Atardecer del alma
Y después de varias noches de nostalgia, a la espera de que llegue quien decida quedarse a su lado por un largo tiempo en su vida, le bastó un ocaso tan bello para mirar los días con otros ojos. La vida le susurraba al alma un consejo para nunca olvidar: quedaban muchos recuerdos más bonitos por tener, y no necesariamente requerían compañía. Una manta de nubes de textura tan suave, casi como para acariciarlas y perderse soñando en ellas, y unos colores que tornaban a un anaranjado intenso, extendidos a lo largo de ese paisaje infinito; complementados a la perfección, llenaron su alma de paz. Después de una ardua tormenta de emociones que vivió, podía apreciar como se despejaba el cielo en un instante que la vida le regalaba, quizá y era su señal para saber que la calma había llegado por fin a ella. Tal vez su entrega, su lucha y su constancia como defensora de sus emociones, eran al fin recompensados con aquel bello momento. Despedía al sol y le daba la bienvenida a la lun...