Las promesas se cumplen
13.6.2016
Ayer domingo, la noche se hizo testigo de una recaída mía por mi gastritis. Toda la madrugada en emergencias, con una intravenosa con suero más una dosis de Omeprazol, para hidratar y calmar el dolor, respectivamente. Hoy lunes, con mi cuerpo destruido por la mala noche y el aún presente malestar, no fui a trabajar y permanecí todo el día en cama. No me levanté hasta la tarde, cuando bajé a la cocina a tomar caldito.
Eran cerca de las cuatro, Fati ya había llegado del colegio. La miré y recordé lo que teníamos planeado. Ayer, antes de mi momento de dolencia, fui a ver a mi U, perdimos horrible por goleada y de locales. Antes de ir, me pidieron llevarla al cine, propuse llevarla al estadio pero -como de costumbre- no la dejaron; entonces, le prometí ir a ver su película al día siguiente, o sea hoy. (Aunque déjame decirte, reina, que me puso muy feliz verte como pedías ir al estadio).
Sé lo mucho que disfrutas de nuestras salidas al cine, a comer o a los juegos. Dejar de ir hoy a ver una película por mi malestar no iba a pasar. Ya había descansado lo suficiente como para poder ir contigo a ver «Alicia a través del espejo». Además, tú aún no entiendes que tan agotadora fue mi madrugada, ni el cansancio ni el dolor que tuve durante el día. Tú eres niña, solo te quieres divertir y yo te había hecho una promesa.
Mientras terminaba mi caldo, te escuché llorar cuando estabas al teléfono con tu mamá, supuse que te estaba diciendo que tal vez no iríamos por todo el tema de mi gastritis. Pero te conozco, sé que por tu cabecita solo pasaba que no irías a ver Alicia y que yo había prometido ir. Mami Flora me preguntó si te llevaría, le respondí que sí, fue a decirte y cesaste tu llanto. El trato era que termines tareas y te bañes a tiempo para poder ir; pues hoy, lo hiciste más rápido que de costumbre. Después de ti, me alisté y salimos.
Te fuiste todo el camino preguntando si estábamos a tiempo, la verdad es que salimos a las justas pero sí alcanzábamos, Cinépolis no está tan lejos. Mientras caminábamos, no dejabas de saltar y de mostrar tu emoción, de señalar donde otras veces te había tomado foto, o recordar cuantas otras ya habíamos venido. Eso, reina, es lo que me cura cualquier dolor, verte así de feliz. Saber que momentos así, como una salida al cine, los atesoras en tu pequeñita memoria. Esto es lo que me importa, que en ella lleves recuerdos así de lindos para ti, o divertidos como les dices tú. Esa noche, llegamos a casa y Alon me recibió con su abrazo de siempre, sus bracitos alrededor de mi pierna. Esta vez, lo sentí diferente, como cura para mi enfermedad, como muestra de cuánto los necesito. No hay malestar que me aleje de momentos así.
Quizás, hoy me hubiera gustado seguir en cama recuperando fuerzas, pero la mejor rehabilitación es compartir tiempo contigo, que sepas que lo que te prometa siempre se cumplirá; que verte feliz es mi mejor medicina. Tú, Fano y Alon, son lo mejor que tengo, con quienes mejor puedo invertir mi tiempo, a quienes puedo darles mis horas. Los que deben saber que siempre voy a estar, que su hermana nunca les dejará una promesa sin cumplir, que la felicidad de cada uno de ustedes es mi meta más anhelada y la de nunca acabar. Que verlos sonreír es analgésico para cualquier dolor que me pueda pasar.
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ResponderEliminarTodo sea por la U de chile nuestras vidas
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