Y de nuevo...
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Fuente: Internet |
¿Y de esto se tratará probar enamorarse? De que te lastimen y a pesar de eso, decidas volver a confiar y poner de tu parte para que las cosas funcionen. Así lo valoren o no. De intentar querer, controlando todos tus miedos para que algo bonito surja.
¿Y qué es lo que tengo que aprender, después de tantas heridas? ¿A no confiar? Entonces, ¿será que no he aprendido nada? Porque a pesar de todas las veces que la vida me ha puesto alguien para que me lastime, volví a confiar como si nunca me hubieran herido. No sé si me hice más fuerte o más fría, ¿hay diferencia? Yo creo que me volví más cautelosa, pero aún así -por razones que desconozco- me toca vivir la misma historia, una y otra vez.
Son varias las veces que decidí darme la oportunidad de dejar que entre en mí, ilusión alguna. Quise dar contra a ese cliché donde «todos son iguales» y no probé nada. La misma situación; el mismo desenlace. Volvía a dar todo, esperando algo similar y a que las cosas sucedan como el destino quiera. Y cuando veía que la historia se escapaba de mis manos, intentaba una vez más, ¿la respuesta? No había, se desvanecían en lo que ahora es mi memoria. Y entonces, sin reacción alguna, era ahí donde aprendía que debía partir de ese cuento, de la vida de quien esté al otro lado de la pantalla. Otra vez, lo había intentado en vano.
Vuelven entonces, después de eso, a mi cabeza todas las preguntas de siempre. Me vuelvo a prometer no dejarme convencer por palabras e incluso acciones, pero soy débil y repito la historia. ¿Orgullo, dignidad? Todas esas veces dejé mi orgullo caer, un último mensaje para ver qué podía pasar, aún sin saber si lo merecían o no. Y cuando hacían tan obvio su indiferencia, entraba ahí mi dignidad, para decirme que era tiempo de retirarme y dejarlo todo.
Y es que en todo el proceso, aprendí a quererme. Y de cada historia, me marcho sabiendo que intenté todo. Que las veces que dije «me gustas», «te extraño» o «te quiero», llevaban sinceridad pura en cada letra. Dije lo que sentía. Hoy, de nuevo, suelto mi último «te extraño» y me alejo en silencio, me quedan unos cuantos días para extrañar, pensar y dejar ir, mientras tanto sonreiré. Repetí la historia de siempre y así, hasta una vez más.
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