Nos volvemos a encontrar

Vuelvo a cantarte. Vuelvo a la popular. Vuelvo a casa. Vuelvo a sentir la locura de amarte más cerca que nunca. ¡Cuánto esperé por verte, Universitario! Cuando más necesitaba de ti, volviste y me dejaste una sonrisa en el rostro como solo tú sabes.

No solo era volver a verte, era un nuevo comienzo. Varios íbamos de gala, negro y dorado para la ocasión. Nosotros estrenando nueva piel en la tribuna y tú estrenando juego en el gramado.  La sensación era distinta, sabía que te habían limpiado de todo mal, que los culpables de errores cometidos ya no estaban más y que –posiblemente- ya estabas en buenas manos, unas más profesionales. Pero, ver para creer…

Y te creí. Una fila inmensa para entrar a la popular fue el escenario donde me tocó escuchar el primer gol y déjame decirte: tremendo golazo el que me perdí. Figuera abriendo el marcador con un remate de lujo, dejando a Butrón caer sin la más mínima oportunidad de rozar ese balón que llegaba con una fuerza desmesurada. Parecía que la diestra del venezolano sabía que a los íntimos no se les tiene compasión cuando juegan en nuestra casa y fue así como empezaba nuestro festejo.

Para el momento del penal, ya había ingresado. Norte y el resto de tribunas hacían un marco digno de un grande como tú. Una hinchada que se comportó a la altura, para un partido que pasó las expectativas. Bajaba por las gradas pegadas a Occidente porque Norte estaba repleto por el centro.  Y justo ahí, sentí lo que solo se puede vivir en tribuna y por lo que esperé tanto tiempo: gritar un gol tuyo. Debo poner tremenda cara de enamorada que recibe el mejor regalo del amor de su vida, cuando hablo de estos pequeños instantes que solo vivo a tu lado. Es tuyo el efecto, crema querida.

La hiena aprovechaba un penal y ponía el segundo tanto, Butrón otra vez al suelo sin oportunidad alguna de atajar aquel disparo que hacía retumbar las más de treinta mil voces del Monumental. Primer tiempo, marcador en cero para el rival y dos goles para el más grande del Perú. En el entretiempo me vino el pensamiento de que por favor rindan los 45’ que quedaban y que no pase lo de siempre.

Tercer gol. (Foto: Luizhit)
Y, amor de mi vida, la calma -después de tantos meses- llegó a mí. Entendí que verte jugar ya no es sinónimo de ir con un “ojalá ganemos” en la mente y un “hay que sacar la garra” en el corazón. Ya no tengo que esperanzarme en un gol al último minuto, que aunque los disfruté, sé que no basta cuando no hay una estrategia detrás. Ya no tengo que verte cansado, sin piernas en el segundo tiempo. Ya no te veré dominado por algún rival, ahora sé que dejarás todo en la cancha, pero lo harás con sabiduría y no como un loco improvisado. Ya puedo bajar tranquila, sabiendo que estás donde debes, donde lo mereces y donde la historia lo escribió.

El tercer gol llegó para dejarme todo eso: la tranquilidad de que ahora estás en buenas manos, recuperándote de todo lo que hemos pasado este año. Y no hay cómo agradecer que ese gol haya sido en el arco de la popular, como si el Universo se consagrara para compensar a toda esta hinchada que nunca te abandonó, que esperó paciente tu recuperación y que esperó tanto por verte volver. Universitario, he ahí a tu hinchada. Hinchada, he ahí a tu Club.


Comentarios

  1. estuvo muy bueno tu relato, y dale U saludos !!

    ResponderEliminar
  2. Hello,emotivas y sinceras palabras. Un sentir popular lo llamaría yo. Y dale U por siempre escucharán.

    ResponderEliminar
  3. Por que cuando nada salia mas estábamos... Los mas coperos que nunca jugarán en silencio.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Querido Blog: hola de nuevo

Las promesas se cumplen

Perdóname si lloro mientras sonrío.