Todos llevamos un 5 de abril

El 5 de abril es un día que guarda historia en el pueblo peruano, un día que se recuerda por el golpe a nuestra democracia y sobre todo a la patria. Yo lo recuerdo -y lo haré siempre- porque llenó con vida mi propia historia. Un nuevo protagonista llegó a mí en un día como hoy.

El instante en que me enteré de tu existencia, permanece en mi memoria como un recuerdo perpetuo. Guardo la escena en que tu mamá vistiendo un abrigo negro, de esos "inflados" como estilo esquimal, salía de la habitación de nuestra abuela y al cruzarse conmigo en el umbral de la puerta, tomó mis manos para colocarlas sobre su vientre. Miré el gesto por unos segundos y luego subí la mirada para poder ver que con su sonrisa me respondiera, lo que mi rostro reflejaba como pregunta. Devolví la sonrisa y la abracé, brotaron las palabras de alegría y de felicitaciones; de todos los primos, no sabes qué tanto te esperábamos a ti.

Recuerdo a la perfección ese fin de semana: empezó tu historia un viernes por la noche, cuando tu mami, sin dolor, ya estaba camino a la clínica porque había roto fuente. Al día siguiente, antes de "viajar" hasta Chorrillos para apoyar en mi universidad -como lo venía haciendo- me levanté más temprano para poder visitarte y ver si ya respirabas el mismo aire que nosotros. Así, contra todo pronóstico, a las siete de la mañana, ya estaba en la habitación de la clínica miraflorina donde estaban internados, pero tú aún no llegabas. Seguí mi rutina de aquellos sábados y cerca del mediodía de ese 5 de abril, recibí un mensaje que decía: "Joaquín ya nació".

Esta hermosa noticia, arrastraba una un tanto triste para nosotros: el familión de siempre. Con tu llegada, nuestra casa ya quedaba muy pequeña para tu estadía y la de tus papis, es por eso que tú ibas a crecer en otra casita, con la familia de papá. Era raro pensar que ibas a ser el primer primo que no crecería con nosotros y que te ibas tan lejos, también. Por eso no perdí tiempo y te visité en la clínica hasta el último día que te quedaste.

De los primos, soy la mayor de todos, los he visto crecer a cada uno y tú no podías ser mi excepción. Las ganas de verte y pensar en que no quería quedarme sin recuerdos tuyos de recién nacido, en los meses donde todo lo que hacías era solo dormir; hacían a un lado todo el trayecto que tenía que atravesar para tenerte en mis brazos y disfrutar cómo cruzabas los tuyos cada vez que te acomodabas al dormir sobre mi hombro. O como molestaba a tu mamá por hacerte ese peinado de viejito con la raya a un lado. Esos momentos, mi Joaco, valían la pena el viaje hasta la última estación del Metropolitano, un alimentador para unos cuantos paraderos más y luego una moto taxi hasta tu casita en Villa el Salvador. Sí, tanto por ti; porque lo vales, porque eres mi familia, porque recuerda que siempre vayas donde vayas, yo te iré a ver. Sin importar la distancia, me vas a tener. Por lo mucho que te amo, por eso, siempre estaré.

-Te amo con cada pedacito de mí. Feliz segundo cumpleaños, mi Pepo. 

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