Rezagos de un equipo que quedó eliminado

Pitazo final, guardo el celular y no quiero saber nada con nadie. No deseo leer las mismas frases sentimentalistas de siempre, no pretendo soportar que los de en frente revivan para fastidiar ni quiero responderles, no pretendo leer alineaciones que habrían funcionado y no soportaría leer lo que todos sabemos, ese nombre que nos llevó a tremendo papelón.



Fuera de la Libertadores, es lo primero que me pasa por la cabeza cuando acaban los 4’ del suplementario, mientras mi mirada se nubla porque los ojos ya se me pusieron llorosos como acto reflejo a lo que estaba ocurriendo. Si hay alguien capaz de controlar mis emociones, eres tú, Universitario y esta vez, lo hacías de nuevo.

En una mezcla de sentimientos, trato de procesar la forma tan nefasta en que perdimos. Sin entender como el mismo equipo que derrotamos en Paraguay, nos tenía tan dominados como para poder obtener innumerables oportunidades de gol y lograr tres tantos sin tanta complicación.

Me tocó escuchar el primer tiempo por radio, hasta que llegue al punto miraflorino donde lo vería. Y aparte de soportar la tan inmunda narración de RPP, donde solo repetían su queja -como niños de primaria- contra el Gerente de Comunicaciones del Club por un tuit que les había desmentido, me tocaba escuchar lo mal que te iba en el gramado. Después del primer gol y cada vez que pronunciaban los nombres de Noguera y Gamarra cerca al área de nosotros, los nervios me invadían, hasta el miedo diría yo. Y no pasé por alto las TRES VECES que preguntaron qué hacía el DT del cuadro crema y la respuesta fue la misma en todas, sentado en el banco. No esperaba menos.

Con dos goles en contra, me invadía todavía la esperanza de remontar. Me vino a la mente el partido con los de la San Martín del año pasado; los goles a último minuto del Charapa y el último partido en Paraguay, donde el único gol que nos hicieron, sirvió para despertarnos y llevar el marcador a un tercer tanto. Todo para la calma emocional, para botar los nervios y recordar que esa camiseta crema con una U en el pecho merece solo grandeza y nada de lo que estaba sucediendo. ¡Somos Universitario, carajo! Y todos esos once que estaban ahí usando nuestros colores parecían haberlo olvidado. ¿Qué tenían? ¿La mente en Brasil? ¿Las ganas reservadas para el domingo? Tremendo desorden mental. Se creyeron clasificados, cuando aún les faltaban noventa minutos.

Qué situación más frustrante para un hincha de la U es la de ver a su equipo en tan vergonzosa situación. ¿Qué rayos habrá pasado la semana previa al encuentro para tan paupérrima actuación? Un equipo totalmente desordenado y desesperado, sin una sola idea clara, sin completar alguna jugada. Jugadores que olvidaron que disputaban un torneo internacional o peor aún, que jugaban en Universitario. Un partido nada digno de lo que nuestra historia habla. Al final del partido, todos eran culpables. Ningún nombre pudo salvarnos ahora, ninguna figura pudo salvaguardar todo el desastre táctico y la carencia en estrategia de la que hace tiempo somos conscientes padecemos. Ni con huevos ni con garra.

La cabeza no concibe como alguien tan improvisado puede tener a cargo nuestro plantel, que le parece correcto no estudiar al rival, que plantea formaciones con jugadores limitados y que sus bromas son la constante declaración en la prensa. Y bueno sería tener solo un desatinado en el cuerpo técnico, pero la payasada no termina ahí, hay quienes le siguen la ridiculez. ¿Qué nos costó tanto chiste? Un partido para la vergüenza de muchos, quedar eliminados de la Libertadores y junto con eso, la pérdida de gran cantidad de dinero que ingresaría para beneficio del Club.

Después del último encuentro, seguiré añorando la Libertadores pero ya no me bastan las frases sentimentales o jurarle a Universitario mi apoyo incondicional, porque eso es lo que jamás faltará en esta historia. No quiero jugadores que rindan 45’ y el resto les pesen las piernas. Ya no quiero un equipo que llene titulares porque jugó con garra, porque ganó con emoción; quiero ver un Universitario sólido. Que nuestra banca nos genere seguridad en lugar de angustia. Que la prensa no ponga en duda un triunfo nuestro en cada partido. Que nuestro equipo no se hunda junto a otros en el mismo hoyo del fútbol peruano, porque nosotros nacimos diferentes. Quiero un equipo de copa, quiero un Universitario campeón.



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