Detrás del aliento

Cuando uno ve toda esa multitud haciendo tanto lío de manera simultánea, desde afuera; no entiende mucho o casi nada. Si no has estado dentro de ella, rodeado de miles de desconocidos, que en un momento de euforia gritan lo mismo que tú, te toman del hombro y saltan contigo mientras miran al frente, con un arco de por medio, al amor de su vida jugar: no sabes lo que es estar en la Trinchera Norte.

Yo vivo enamorada de ese lugar, fue ahí donde aprendí a amar a Universitario con tanta vehemencia. Si bien, no comparto -pero respeto- la famosa ideología de la Trinchera, hay algo que llevamos en común: alentar y el amor por esa vocal hermosa.

No iba desde la Noche Crema y después de pasear tres partidos entre Occidente y Oriente; debo aceptar que éstas últimas tienen una vista impecable a la cancha, pero la mía se desviaba por ratos a esa popular llena de gente, saltando y cantando a una sola voz; se veía demasiado hermosa y yo no estaba ahí. Ver la fiesta de Norte desde afuera, me hizo añorar estar en ella, vibrando de tanta energía. Así que mi entrada para el partido siguiente, contra Comerciantes Unidos, salió impresa con "Sector: Norte".

La semana previa a ese encuentro, la vida se estaba encargando de quitarme todo lo que había aprendido a querer en los últimos meses, exactamente tres razones que le agregaban demasiada felicidad a mi vida y la encaminaban a ser casi perfecta. Esa semana de mierda me hizo añorar con el alma ese sábado, lo necesitaba: estar en Norte y alentar como nunca lo había hecho, porque lo último que me quedaba y nadie me podía quitar, era estar junto a Universitario. El día del partido llegué con la cabeza y el cuerpo recuperándose de una resaca ocasionada adrede; pero consciente lo suficiente para sentir como se me escarapelaba el cuerpo mientras entraba por los túneles del Estadio Nacional. La mayoría de veces busco estar cerca al medio, pero en ésta necesitaba vivir otra energía, sentir más: me fui muy al centro, a tan solo unas gradas más abajo del sujeto sin polo y un gorro de lana azulino, que siempre está sobre un fierro dirigiendo a todos y de quien no sé su nombre o alias. Así llegué a Norte ese día, con la cabeza, el cuerpo y el corazón hechos mierda.

Entonces alenté, grité, salté y canté, como jamás lo hice. Ese día llevé mi garganta al límite, no me importaba si quemaba o me ardía; respiraba y seguía cantando aún más fuerte. No me podía detener, tenía tan solo noventa minutos para decirle con cánticos a Universitario lo mucho que lo amaba, que era demasiado feliz de tenerlo en mi vida, por estar cuando peor me puedo sentir, por hacerme feliz mientras el mundo conspiraba para lograr lo adverso, porque fue mi luz al final de esa semana.

Después del pitazo final, mire a mi alrededor: mientras todos se iban y las gradas se empezaban a notar, no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Norte ya estaba vacío, pero a mi me dejaba el alma llena de agradecimiento. Era imposible no mirar ese marco hermoso, donde sentí lo que hace mucho extrañaba y que llegó cuando más lo necesitaba. Es que de Norte amo eso: la energía, como te vibra el cuerpo y el alma. Nadie es perfecto ahí y eso es lo mejor, te olvidas de todos los tontos prejuicios que llevas y todos somos uno solo. Norte es su gente, personas que -así como yo- pueden llegar con miles de problemas y nadie sabe; pero cuando están ahí, se encuentran con un montón de locos más, listos para gritar noventa minutos. Y tú solo los ves alentar, pero no sabes qué cargan consigo, no sabes qué hay detrás de ese aliento.

Yo no sé como será en otros lados del mundo; en otros equipos, en otras tribunas, en otras hinchadas, en otras barras, pero en Norte es así: en Norte, soy así.

Comentarios

  1. Mis sentimientos en letras Y Dale "U"

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  2. Para todos los que hemos pisado Norte desde pequeños, medianos o grandes es una sensación inexplicable, no hay palabras solo sentirlo. Todos somos uno, confundirte con el que esta a tu costado en un abrazo de gol como si fueran amigos de años es un conjunto de sensaciones. Gracias a la U por hacernos sentir todo eso.

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